La menta.
Había una vez una menta de color blanco con líneas rojas, la menta vivía en una tienda de dulces y se encontraba guardada en una caja junto a muchas como ella, esperando a que abrieran la caja y las echaran a los enormes contenedores de dulces de la tienda.
Cuando aquello pasó la menta se sentía muy emocionada, pues como ella decía la comprarían y serviría para dar buen aliento a alguien.
Tras algún tiempo, la menta se dio cuenta de que se encontraba justo al lado de los chicles y decidió hablar con ellos para ver que pasaba.
Entonces se dio cuenta de una discusión que se llevaba a cabo en el contenedor de los chicles; estos decían que obviamente un chicle era mucho mejor que una menta pues el chicle se podía masticar y la menta no, La menta creyó aquello y así fue como vivió
el resto de su vida en la tienda deseando ser un chicle.
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